Pierdo la atención y retomo

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Enfocar la atención requiere estar dispuesto a ello. Por otra parte, observo lo fácil que es perder la atención. Retomo y vuelvo a perder la atención. Conclusión: la atención la pierdo continuamente y la salida que tengo es reanudar una y otra vez. La insistencia gustosa, en la consecución de potenciar una actitud atenta, es para mí clave. Pierdo la atención y retomo el trabajo las veces que sea necesario sin recriminarme, tratándome con consideración y ánimo positivo. Comprendo que debo dirigir con mano amable el farol de la atención.

 

(Texto del vídeo)

 

Hoy he estado haciendo un ejercicio con la atención. Lo he llamado “Presto atención a este momento”. Consiste en tres pasos muy sencillos:

 

Guardo silencio un momento.

Inhalo y exhalo el aire.

Solo atiendo a lo que vivo en este momento.

Repito la inhalación y la exhalación las veces que considere necesarias.

 

 

 

Durante el día he repetido este ejercicio en varias ocasiones. Comparto ahora contigo las notas que he tomado hoy en mi entrenamiento con la atención:

 

He hecho el ejercicio varias veces y observo que mi motor para esta práctica es que quiero potenciar una actitud atenta. Querer fortalecer esta actitud atenta me impulsa a hacer el ejercicio y reflexionar sobre la experiencia.

 

Otra anotación que he hecho es que en cuanto me he dicho: “voy a hacer el ejercicio, voy a atender” instantáneamente se ha modificado mi modo de estar. Enfocar la atención requiere estar dispuesto a ello. Para entrenarme con la atención debo colocarme para ello.

 

Por otra parte, observo lo fácil que es abandonar la vida atenta, vamos… perder la atención. No consigo, aunque lo intento, una atención constante, teniendo la experiencia de naufragar en mi intento en diferentes episodios del día. Otro punto es que, al atender, pierdo la atención con rapidez. Vuelvo a retomar y vuelvo a perder la atención. Retomo nuevamente y pierdo la atención nuevamente. Conclusión: la atención la pierdo continuamente y la salida que tengo es reanudar una y otra vez.

 

La insistencia gustosa en la consecución de potenciar una actitud atenta es para mí clave. Debo persistir: pierdo la atención y retomo el trabajo las veces que sea necesario sin recriminarme, tratándome con consideración y ánimo positivo. A la hora de perseverar, si me acompaña la cabeza, el sentimiento, la acción y hasta la última célula de mi cuerpo en ese intento de trabajar con la atención, mejor. Comprendo que debo dirigir con mano amable el farol de la atención en las diversas situaciones que se suceden.

 

Más anotaciones que he hecho: aplicar la atención es como si utilizara la tecnología digital 3D, disfruto de una visión infinitamente más rica, clara y profunda. Sin embargo, destaco que lo importante para mí, de esta herramienta, no es este matiz en la forma de percibir más clara, más rica… No es lo que más valoro, pero observo que es una consecuencia de atender.

 

Resumiendo: forzamiento no, afecto sí. Echarme en cara no, perseverancia y mano amable con el farol de la atención sí. Cuando pierdo la atención, retomo sin reproches. Debo reconocer mis limitaciones. Reanudo la práctica sin armar un lío. Incluso puedo agradecer por darme cuenta de que he perdido la atención. Darme cuenta de que he perdido la atención me muestra que vuelvo a estar atento nuevamente.

 

 

Anoto esta frase motivadora para mi práctica diaria: Al perder la atención, retomo nuevamente. Repito para recordarla mejor: Al perder la atención, retomo nuevamente. 

 

 

Te recuerdo el ejercicio por si lo quieres hacer:

  •  Guarda silencio un momento.
  • Inhala y exhala.
  • Solo atiende a lo que vives en este momento.
  • Repite la inhalación y la exhalación las veces que consideres necesarias.

  

Me despido con la siguiente frase atribuida a Platón: “El que aprende y aprende y no practica lo que sabe, es como el que ara y ara y no siembra”. Hasta pronto y mis mejores deseos para que dirijas tu atención allá donde quieres.

 

29 de abril de 2021

Raúl Santos 


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